Misión y Valores
[stm_spacing lg_spacing=»40″ md_spacing=»40″][stm_title title_tag=»h3″ sep_enable=»true» title=»Misión» sep_margin_b=»80px»][/stm_title]
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Promover la formación de personas íntegras, poniendo énfasis en el desarrollo intelectual, personal, emocional y social a través de nuestro modelo educativo y mediante la inclusión de los Programas de la Organización de Bachillerato Internacional: Programa de Años Intermedios y Programa del Diploma.
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Cultivar una mente sana y cuerpo sano para lograr un equilibrio físico, emocional y mental en el individuo.
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Formar alumnos para la vida, deseosos de superación y progreso, respetuosos de los derechos de los demás, de mentalidad abierta, solidarios y conscientes de sus propios deberes y derechos.
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Ampliar su visión de mundo con una vasta formación cultural y su capacidad de comunicación a través de la enseñanza simultánea en los idiomas Español e Inglés.
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Desarrollar la conciencia de ser agentes de integración social, solidarios y reflexivos, con visión nacional e internacional.
[stm_title title_tag=»h3″ sep_enable=»true» title=»Políticas para lograr estos objetivos» sep_margin_b=»41px»][/stm_title]
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Estimular la excelencia académica en los alumnos hasta el máximo de la capacidad de cada uno.
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Hacer énfasis en el deporte como vehículo para la formación del carácter y del cuerpo.
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Complementar la actividad curricular con actividades interesantes, visitas a sitios importantes y charlas dictadas por especialistas en áreas que ayuden al logro de los objetivos.
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Incorporar el Perfil de la Comunidad de aprendizaje del Bachillerato Internacional a nuestro modelo educativo.
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Complementar nuestro modelo educativo con el programa de Años Intermedios y el Programa del Diploma del IB para así lograr una educación de excelente calidad.
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Desarrollar el componente emocional de cada individuo.
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Estimular la comunicación abierta para garantizar la fluidez y optimación del manejo de las relaciones interpersonales.
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Impulsar a los alumnos para que logren el éxito de acuerdo a su propio potencial.
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Seleccionar profesionales docentes que se destaquen por sus cualidades morales y capacidad pedagógica. Mantener una baja proporción maestro/alumno, para facilitar el logro de los objetivos del colegio.
[stm_spacing lg_spacing=»40″ md_spacing=»40″][stm_title title_tag=»h3″ sep_enable=»true» subtitle_enable=»true» title=»Nuestros Valores»][/stm_title]
En la Academia Washington creemos que el respeto mutuo es la fuente fundamental de la armonía y del trato cordial entre nosotros. Valoramos a cada quien por lo que es, teniendo en cuenta su individualidad, sus sentimientos, sus ideas y necesidades.
Por ello nos esforzamos en saber escuchar con atención las opiniones de todos, sin que eso signifique aceptarlas incondicionalmente sin contrastarlas con el propio criterio, o sin responder a una auténtica convicción.
Cuando se trata de sugerencias o de críticas constructivas, ponemos especial cuidado en hacerlas con consideración y en recibirlas con tolerancia.
Para ser respetados, primero tenemos que ser respetuosos, teniendo conciencia de nuestros propios límites ante los derechos del otro, del niño, del joven, del compañero de trabajo y de la realidad de cada familia. En nuestro Colegio, el respeto se enseña y se conquista respetando, se inspira más en la sensibilidad hacia el otro que en el temor a la sanción.
Por ello, cumplimos y exigimos el cumplimiento estricto del Manual de Convivencia por parte de todos los miembros de la comunidad educativa porque sabemos que, respetando nuestras propias reglas de juego, estamos contribuyendo a formar los mejores ciudadanos de hoy y del mañana que el país requiere.
Valoramos la comunicación abierta y franca porque sabemos que el apego a la verdad es un requisito clave para que nuestros alumnos crezcan como personas íntegras, y para que todos podamos aprovechar, educativamente, las distintas situaciones que se presentan a diario en el Colegio.
Hablar con sinceridad y estar dispuestos a acercarnos a la verdad mediante el diálogo sincero y la mayor objetividad posible, es una herramienta formativa que nos gusta utilizar entre nosotros y en nuestra tarea de educar para la excelencia. La consideramos un antídoto contra la falsedad o la mentira y sus indeseables consecuencias en la formación del carácter y en el esclarecimiento de los hechos.
Decir la verdad, tal como es, puede ser difícil, y aceptarla puede requerir más todavía de nosotros, pero creemos que es la única vía para desarrollar la integridad y la credibilidad como personas dignas de respeto y de confianza.
En la Academia Washington creemos en las diferencias individuales y nos dedicamos a cultivarlas fomentando la autenticidad y la transparencia en nuestras relaciones interpersonales, en las de nuestros alumnos entre sí y con sus familias. Por ello nos exigimos ser honestos con nosotros mismos y así estimulamos que los otros hagan lo mismo.
Esto nos ayuda a crear un clima de confianza mutua y de espontaneidad respetuosa en nuestra convivencia que propicie la libre y honesta expresión de las ideas, de los intereses y de las necesidades de cada quien.
Ser claros, directos y sencillos en el trato y en la comunicación forma parte de nuestra manera de ser y de enseñar. Educar es modelar con el ejemplo, por lo que debemos ser cada vez más congruentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Esta búsqueda constante de coherencia entre nuestras opiniones y nuestros actos, es lo que nos inspira a aplicar a fondo la honestidad como docentes y a fomentarla en nuestros alumnos. Así mismo, confiamos en su práctica por parte de los padres en la vida familiar y en sus relaciones con el Colegio.
Creemos que aplicando y aumentando a diario nuestra capacidad personal y profesional de responder ante el compromiso de formar integralmente, es como mantenemos viva la confianza que nos otorgan los padres de compartir con ellos la tarea de guiar y educar a sus hijos.
Y lo hacemos con gusto, porque nos realizamos haciéndolo. Por vocación y por la satisfacción de aprender, permanentemente, cómo tener cada vez mejores respuestas educativas al exigente reto de ser la excelencia hecha Colegio.
Aprender a ser responsable implica saber tomarse en serio la libertad y estar consciente de que, cada decisión en nuestras vidas, trae consigo una consecuencia que hay que asumir con entereza, dando la cara, sin excusas y sin evasiones, y eso lo modelamos como ejemplo.
Valoramos la autonomía como una condición del ejercicio de la verdadera responsabilidad, y el cumplimiento de la palabra dada como requisito de nuestra credibilidad entre compañeros de trabajo y frente a nuestros alumnos.
Dónde insistimos en que cada alumno sepa claramente cuáles son sus responsabilidades y hasta donde llega su autonomía como persona y como estudiante, en que cada docente esté consciente del alcance y trascendencia de sus aciertos y de sus errores, y en que la familia este clara en su ineludible contribución al propósito común de educar integralmente.
Porque tenemos la convicción de que ser responsable es tener la habilidad de satisfacer las propias necesidades y de cumplir los compromisos asumidos sin atropellar al otro, no caemos en aquellos extremos en los cuales la sobreprotección releve al alumno, al compañero de trabajo o a los padres, del cumplimiento de su deber, sin que por ello nadie se sienta demasiado solo frente a las dificultades que encuentre en su camino.
En la Academia Washington, la responsabilidad, más que meramente un sentido de obligación, es un sentimiento activo y compartido de dar con placer lo mejor de sí.
Creemos que el aprendizaje y la práctica de la justicia son esenciales cuando buscamos la formación integral de nuestros alumnos. Al ser justos con ellos en las decisiones que tomamos, les estamos enseñando humanidad y creamos el clima de confianza necesario para el desarrollo de sus potencialidades.
Buscamos ser objetivos e imparciales en el análisis de los hechos al aplicar las normas que nos rigen, porque sabemos que allí radica la transmisión del sentido último de la justicia y de la comprensión de su importancia para la convivencia armónica que todos apreciamos.
Tomamos en cuenta lo particular de cada situación y las necesidades de cada quien, así como escuchamos todos los argumentos cuando están en juego derechos y deberes en la solución constructiva de cualquier diferencia o conflicto que pueda surgir en el quehacer diario en el Colegio.
Porque la educación tiene lugar en un ambiente de interacción permanente, frecuentemente se dan situaciones en las que, tanto docentes como alumnos y padres, si sabemos aprovecharlas, podemos aprender a preferir una decisión justa aunque esta no sea favorable, a no dejarnos llevar por prejuicios o preferencias personales y a cuidar los límites del poder que nos da nuestro papel de educadores, o la autoridad del cargo que detentamos.
En el Manual de Convivencia las reglas deben ser claras, realistas y cumplibles, y si bien creemos en la amplitud de criterio de su aplicación, nos cuidamos de preservar su esencia y su espíritu, así como exaltar los valores que las sustentan.
Más que asociarla al castigo y a los sentimientos de culpa, destacamos la importancia de reparar las consecuencias de una equivocación, de transformar un error en aprendizaje y de rectificar de inmediato si nos descubrimos siendo injustos con cualquier miembro de nuestra comunidad educativa.
En la Academia Washington, alumnos, padres y docentes nos consideramos iguales ante las reglas de funcionamiento del Colegio, en la exigencia que implica el compromiso con nuestros valores y en el derecho a crecer y desarrollarnos como personas dignas de respeto, consideración y trato justo.
Creemos que el aprendizaje y la práctica de la justicia son esenciales cuando buscamos la formación integral de nuestros alumnos. Al ser justos con ellos en las decisiones que tomamos, les estamos enseñando humanidad y creamos el clima de confianza necesario para el desarrollo de sus potencialidades.
Buscamos ser objetivos e imparciales en el análisis de los hechos al aplicar las normas que nos rigen, porque sabemos que allí radica la transmisión del sentido último de la justicia y de la comprensión de su importancia para la convivencia armónica que todos apreciamos.
Tomamos en cuenta lo particular de cada situación y las necesidades de cada quien, así como escuchamos todos los argumentos cuando están en juego derechos y deberes en la solución constructiva de cualquier diferencia o conflicto que pueda surgir en el quehacer diario en el Colegio.
Porque la educación tiene lugar en un ambiente de interacción permanente, frecuentemente se dan situaciones en las que, tanto docentes como alumnos y padres, si sabemos aprovecharlas, podemos aprender a preferir una decisión justa aunque esta no sea favorable, a no dejarnos llevar por prejuicios o preferencias personales y a cuidar los límites del poder que nos da nuestro papel de educadores, o la autoridad del cargo que detentamos.
En el Manual de Convivencia las reglas deben ser claras, realistas y cumplibles, y si bien creemos en la amplitud de criterio de su aplicación, nos cuidamos de preservar su esencia y su espíritu, en exaltar los valores que las sustentan.
Más que asociarla al castigo y a los sentimientos de culpa, destacamos la importancia de reparar las consecuencias de una equivocación, de transformar un error en aprendizaje y de rectificar de inmediato si nos descubrimos siendo injustos con cualquier miembro de nuestra comunidad educativa.
En la Academia Washington, alumnos, padres y docentes nos consideramos iguales ante las reglas de funcionamiento del Colegio, en la exigencia que implica el compromiso con nuestros valores y en el derecho a crecer y desarrollarnos como personas dignas de respeto, consideración y trato justo.
[stm_spacing lg_spacing=»60″ md_spacing=»60″][stm_title title_tag=»h2″ sep_color=»green» sep_enable=»true» subtitle_enable=»true» title=»Propósito Compartido de la U.E.P. Academia Washington»]»Ser la Excelencia hecha Colegio»[/stm_title]
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En la formación académica y humana que brindamos.
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En la satisfacción de las necesidades de educación integral de nuestros alumnos.
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En la atención individualizada a cada niño y a cada joven.
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En nuestra calidad profesional y maestría personal.
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En la práctica consciente de los valores rectores de la comunidad de aprendizaje permanente que somos.
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En la relación de apoyo mutuo entre alumnos, docentes, personal de apoyo y padres.
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En nuestro modo de funcionar como organización inteligente que disfruta de su labor diaria.
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En nuestra contribución a construir ciudadanía en el país y en el mundo.
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